Ya os imagináis mi pasión por estos ‘bichos’ que me ha llevado a llamar al restaurante con un sinónimo de erizo de mar en bable en la zona de Candas, Luanco y Cabo Peñas. Esta combinación de producto+producto no llegara a ser un plato dentro de la carta, lo empezamos a elaborar hace un par de semanas y como dependemos del estado del mar para poder llevarlo a cabo, solo lo incluiremos dentro del menú degustación durante la temporada de oricios. Siempre intento respetar el sabor yodado que aportan las gónadas en crudo que es como mejor muestra toda su intensidad. En este caso compaginado con una trufa rallada melanosporum macerada en aceite y acompañado con unas briznas de ficoide glacial que texturiza un poco el plato y ayuda a refrescar tanta intensidad de sabor.
jueves, 29 de noviembre de 2007
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8 comentarios:
Pués yo quiero uno de esos...
ESte plato es un manjar. Profundidad y potencia, si, pero de una finura extraordinaria. Maridan extrañamente bien la trufa y las gónadas del oricio. A mi fue un plato que me emocionó, de los que la memoria va a conservar mucho tiempo.
¡Qué diferentes somos las personas!. Por desgracia yo no los puedo ni oler. :-(
Es una lástima toni, es un sabor puro, limpio.
Son flipantes, lo que pasa es que a veces pueden "asustar" por su exceso de potencia. Por eso van tan bien con el huevo que los rebaja.
hgfhkgkfkhf
Toni, es una pena que no puedas disfrutar del sabor tan especial que tienen los oricios.
Ligasalsas, para mi precisamente esa potencia de sabor en crudo, y no cocidos que pierden muchísimo, es la que me hace entrar en ‘éxtasis gastronómico’…….mmmmmm…….podría comerme kilos y kilos. De hecho todos los años monto una pitanza con unos amiguetes para ponernos de oricios ‘hasta las cejas’ con unas cajinas de sidrina.
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